martes, 3 de agosto de 2010

EN AZUARA SE HABLO EN ARABE DURANTE SIGLOS.


Lengua y literatura árabe de Al-Andalus. Alif Nûn.
Por lo que podemos juzgar, la lengua árabe estaba en un proceso continuo de cambio a la llegada del Islam a la Península Ibérica a principios del siglo VIII. La expansión del Islam significó la llegada del idioma árabe a territorios muy alejados de su origen y supuso el contacto y la convivencia con pueblos y culturas muy distintas que, en muchos casos, adoptaron el árabe como idioma propio y en otros influyeron con sus propios idiomas en la lengua del Corán, a la vez que recibían la influencia de ésta. Especialmente en la Península Ibérica, una arabización a gran escala parecía improbable. En primer lugar, la mezcla lingüística del territorio incluía el latín, que era el lenguaje de la iglesia, el Estado y la literatura; las lenguas romances derivadas del latín, habladas por la mayoría de la población; y el hebreo, empleado por la población judía, principalmente con fines religiosos. En segundo lugar, es dudoso que los contingentes de musulmanes árabes y beréberes que llegaron a la península tuviesen una uniformidad lingüística. Incluso los propios árabes hablaban diferentes dialectos y se establecieron en diversas regiones de acuerdo con sus relaciones tribales, perpetuando así algunas particularidades de su habla. Ocuparon la mitad sur de la península, hasta Toledo, al norte del cual se extendida la llamada “tierra de nadie”, o territorios poblados tan solo por unos pocos colonos beréberes, los cuales, además del árabe, hablaban varios idiomas propios.

Por otro lado, existieron factores que dieron ímpetu a la arabización. Aunque los recién llegados eran una minoría, su número aumentó con la llegada de nuevos inmigrantes y contingentes militares. Estos inmigrantes, hombres en su mayoría, tomaron esposas y concubinas, y sus hijos aprendieron las lenguas del padre y de la madre. A medida que crecía el número de conversos al Islam, la lengua árabe pasó a tener una mayor importancia y se convirtió en un factor de unidad entre los musulmanes en particular y posteriormente entre los andalusíes en general, fueran musulmanes o no.

Muchos mozárabes (cristianos) adoptaron nombres árabes que añadieron a sus nombres de familia latinos y sirvieron como funcionarios civiles en la administración, a menudo de intérpretes y traductores. El obispo de Córdoba, Recemundo (conocido como Rabi ibn Zayd), sabía árabe y latín y fue enviado por Abd al-Rahman III en misión diplomática a Alemania. Los judíos hispanos se arabizaron completamente y escribieron sus obras más importantes en árabe, además de participar activamente en la vida económica, social y política de al-Andalus.

No obstante, la influencia del árabe no acabó con las lenguas romances. La situación política y social de al-Andalus era tal que obligaba a cada una las comunidades que convivían en su territorio al aprendizaje del idioma de las restantes, lo que condujo a un extenso bilingüísmo. Al-Jusani, en su Historia de los jueces de Córdoba, da pruebas de que las lenguas romances eran generalmente usadas en Córdoba, incluso en los tribunales.

Sin embargo, a juzgar por la gran cantidad de literatura en árabe, parece que esta lengua gozaba de preeminencia en aquella sociedad políglota y se estudiaba tan intensamente que se convirtió en la lengua de la cultura por excelencia.


Mientras el dominio musulmán se mantuvo sobre buena parte de la Península Ibérica, el interés por la lengua árabe y la consecuente arabización prosperaron, alcanzando su punto álgido durante los siglos X y XI. Sin embargo, con el avance de las conquistas cristianas, el panorama se fue modificando gradualmente y, aunque el árabe y su estudio aún tuvieron algunos defensores de talento, su influencia sobre la población disminuyó drásticamente ya a partir del siglo XIII, de modo que, excepto en el reino de Granada, el árabe dejó de ser la lengua de la diplomacia y de la cultura. Desde luego, aún perduró durante un tiempo, pero tuvo que competir con el resto de lenguas peninsulares, que aumentaban rápidamente su importancia, tanto a nivel escrito como hablado. Los pueblos cristianos peninsulares comenzaron a adquirir una conciencia lingüística que culminó en la completa relatinización de la Península Ibérica durante los siglos XVI y XVII, primero a través de las purgas sistemáticas contra la religión y las costumbres de los musulmanes y con la completa prohibición de la lengua árabe, y posteriormente con la definitiva expulsión de éstos.


La persecución sistemática que sufrió el uso de la lengua árabe desde la caída del reino de Granada en 1.492 hasta la expulsión definitiva de los moriscos más de un siglo después, no pudo borrar la convivencia fecunda que durante siglos se estableció, tanto en territorio cristiano como musulmán, entre las diversas lenguas habladas en la Península Ibérica. Esta convivencia trajo como consecuencia una profunda influencia mutua, que en el caso del castellano supuso la adopción de una gran cantidad de expresiones árabes que permitieron cubrir una amplia gama de términos usados en la vida cotidiana, así como vocablos relacionados con las ciencias, las artes y otras ramas del saber. Multitud de expresiones árabes se incorporaron al castellano, bien en su forma original (ojalá/insha’allah) o bien a través de la traducción literal (“si Dios quiere”, “vaya con Dios” o “Dios te guarde”).

Influencia de la lengua árabe en la España actual.

Fuente: Promotora Española de Lingüística.


Fue tan grande la diferencia entre la España visigoda y la España después de las invasiones árabes que hay autores que se atreven a afirmar que el factor árabe jamás pudo ni podrá ser extirpado de la sociedad española después de ochocientos años de permanencia; erradicar esta influencia es erradicar la mayor parte de la identidad cultural del nativo peninsular. Es una costumbre árabe que pervive en la mayor parte de España: están comiendo llega una visita y le dicen ¿quieres comer?, los habitantes del norte de España no tienen esa costumbre de ofrecimiento.

Los arabismos del español suponen aproximadamente el 8% del vocabulario total y se calcula que son unas 4000 palabras, incluyendo voces poco usadas (Cano, 1999: 53)

Algunos ejemplos: encontramos arabismos referidos al conocimiento y la ciencia como: algoritmo, guarismo, cifra, álgebra, redoma, alcohol, elixir, jarabe, cénit... referidos a instituciones y costumbres: alcalde, alguacil, albacea, alcabala…, a actividades comerciales: arancel, tarifa, aduana, almacén, almoneda, almazara, ataujía, zoco, ceca… a urbanismo y vivienda: arrabal, aldea, alquería, almunia, alcoba, azotea, zaguán, alfeizar, albañil, alarife, tabique, azulejo, alcantarilla, albañal, alfombra, almohada… En el campo de la vida doméstica, el vestido o el ocio encontramos: laúd, ajedrez, azar, tarea, alfarero, taza, jarra, ajorcas, alfiler, aljuba, albornoz, babucha, zaragüelles, albóndigas, almíbar, arrope...


Los hay también referentes a las labores agrícolas, en las que los árabes fueron verdaderamente innovadores en los sistemas de cultivo y regadío: acequia, aljibe, azud, noria, arcaduz, alberca… y a plantas, flores y frutos: alcachofa, algodón, alfalfa, alubia, azafrán, azúcar, berenjena, aceite, azucena, azahar, adelfa, alhelí, acebuche, jara o retama.


Jose Román Roche Nebra

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aprendi mucho