sábado, 13 de julio de 2013

El año de las muertes.

Hace  unos años hablando con  Valentín Fleta,  me contó  que una vez en carnavales en Azuara hubo  trece muertes,  recordaba se lo  había contado su madre. Mientras duro en la memoria colectiva de los vecinos a aquel suceso se le llamo “el año de las muertes”. El paso de los años hizo  olvidar lo ocurrido a la mayor parte de la población azuarina, pero hoy gracias a la hemeroteca 137 años después sabemos con detalles como ocurrieron los hechos. Fue en el mes de febrero del año 1876, no hace tanto tiempo, pero desde entonces  han cambiado mucho las cosas, para empezar la esperanza media de vida en Aragón por entonces  era de 30 años y solo el 2% llegaba a los 65. El censo de población de Azuara  era de 2.280 habitantes de los cuales solamente sabían leer y escribir 209 personas.
La información publicada por  el diario “El Globo”, dice que en el enfrentamiento entre los vecinos de Azuara donde se produjeron las muertes, tuvo algo que ver “el encono de las antipatías políticas, causa, según pública voz, de esta colisión horrible”.  Quiero añadir que la población azuarina había  padecido la epidemia de cólera con muchas muertes diez años antes; existía una elevada mortandad habitual, debido a la escasa alimentación, falta de condiciones higiénicas, casi nula atención sanitaria y otras enfermedades no epidémicas; también en ese año de 1876 finalizo la última guerra carlista, en la que  el pueblo de Azuara  se vio implicado.
El suceso debió de causar  gran dolor entre los  familiares de los fallecidos y  quienes  utilizando la violencia produciendo las muertes pagaron con años de cárcel su crimen, para éstos en mi opinión, tal vez sirva de atenuante, el hecho de que el suceso se produjo entre un conjunto de circunstancias   nada apropiado para que entre los vecinos reinara la cordura.


LOS SUCESOS COMO LOS CONTÓ EL DIARIO “EL GLOBO”.

El martes 29 de febrero (1876) ocurrió en el pueblo de Azuara uno de esos dramas sangrientos que difunden la consternación y el espanto por sus proporciones y sus terribles consecuencias. Como día de carnaval, salieron mascaradas de jóvenes, una de las cuales, compuesta de individuos del ayuntamiento, se encontró con otra e indicó a lo que parece propósitos de embarazar el transito, cruzándose con tal motivo provocaciones sañudas y disparándose armas de fuego con tal furia que el sitio  de la ocurrencia semejaba un campo de batalla.
Triste resultado da esta horrorosa reyerta fue la muerte de un vecino apellidado Alcalá, padre de un guarda dependiente del municipio y de un transeúnte que a la sazón tuvo la desgracia de pasar por aquel sitio; a mas fueron heridos el vecino Castel gravemente. Alcalá (hijo) y otro de los transeúntes, a quien cupo también la desgracia de hallarse  próximo al lugar de la lucha.
Con tales sucesos,  el pueblo de Azuara se halla profundamente alarmado al considerar las consecuencias que puede producir  el encono de las antipatías políticas, causa, según pública voz, de esta colisión horrible.
“El Globo” (Madrid) 4 de marzo de 1876

SEIS AÑOS MÁS TARDE SALIÓ LA SENTENCIA Y ASÍ LO CUENTA “EL DÍA”

Se ha visto recientemente en la audiencia de Zaragoza la famosa causa por los sucesos de Azuara.
La tarde del 29 de febrero de 1876 se hallaba el pueblo de Azuara  celebrando el carnaval y la terminación de la guerra civil, con cuyo motivo salio el ayuntamiento de rondalla, acompañada de los guardia municipales y algunos vecinos, haciendo lo mismo otros vecinos que prepararon al efecto convenientemente un carro, y en él iban tocando la música, entre otros, D. José Castell con dos hijos suyos de corta edad, y detrás el juez municipal D. Domingo Tomás,  y    Miguel Martínez, a  caballo  pidiendo para los heridos en campaña.
En tal forma recorrieron ambas  rondallas las calles de la población, pero al pasar la ronda del carro por la calle Mayor y calle de D. Santiago Aniesa, donde poco antes había entrado la del ayuntamiento, salieron de ella algunos vecinos del municipio pronunciando las palabras de “alto el carro, alto el carro”, al mismo tiempo que uno de los guardas, navaja en mano,  se dirigía  y tomaba de los cabestrillos la mula de varas. En estos momentos, y después  de haber mediado algunas palabras, sonó la detonación de un disparo, de arma de fuego,  que fue secundado por otros varios, y se produjo la alarma y desorden consiguientes entre las muchas personas que transitaban por la calle, sucediéndose  distintas y parciales agresiones, y tomando en ellas parte activa los que componían ambas rondallas, cuyos ánimos se hallaban con anterioridad  algún tanto predispuestos por cuestiones de localidad y aún por haber sido destituido en aquellos días el ayuntamiento que presidia D. Joaquín Alcalá.
Consecuencia de estos hechos fue la muerte del síndico del ayuntamiento, D. Joaquín Alcalá, del guarda Amado Fleta y de Cipriano Obón, resultar gravemente heridos el secretario del juzgado municipal D. José Castell,  D. Joaquín Alcalá, hijo del síndico y el vecino Diego Obón, algunos atentados contra la autoridad y varios disparos de arma de fuego.
La sentencia dictada por el juzgado condena a D. Miguel Martínez, como autor del homicidio de D. Joaquín Alcalá, a la pena de catorce años, ocho meses y un día de reclusión temporal; a Narciso Nalvaiz, José Nalvaiz y Domingo Fleta, como autores también del homicidio de Cipriano Obón, a igual pena a cada uno; á Narciso Nalvaiz, como autor asimismo de las lesiones a D. José Castell, á la de tres años de prisión correccional; a Juan José Alconchel, por disparo de arma de fuego, a cuatro meses de arresto mayor, y a Gonzalo Gorgas, por igual delito, a dos años de prisión correccional.
“El Dia” (Madrid) 14 de enero de 1882.

JoseRomán Roche Nebra