Hace unos años hablando con Valentín Fleta, me contó
que una vez en carnavales en Azuara hubo
trece muertes, recordaba se
lo había contado su madre. Mientras duro
en la memoria colectiva de los vecinos a aquel suceso se le llamo “el año de
las muertes”. El paso de los años hizo
olvidar lo ocurrido a la mayor parte de la población azuarina, pero hoy
gracias a la hemeroteca 137 años después sabemos con detalles como ocurrieron
los hechos. Fue en el mes de febrero del año 1876, no hace tanto tiempo, pero
desde entonces han cambiado mucho las
cosas, para empezar la esperanza media de vida en Aragón por entonces era de 30 años y solo el 2% llegaba a los 65.
El censo de población de Azuara era de
2.280 habitantes de los cuales solamente sabían leer y escribir 209 personas.
La información publicada por el diario “El Globo”, dice que en el
enfrentamiento entre los vecinos de Azuara donde se produjeron las muertes,
tuvo algo que ver “el encono de las antipatías políticas, causa, según pública
voz, de esta colisión horrible”. Quiero
añadir que la población azuarina había
padecido la epidemia de cólera con muchas muertes diez años antes;
existía una elevada mortandad habitual, debido a la escasa alimentación, falta
de condiciones higiénicas, casi nula atención sanitaria y otras enfermedades no
epidémicas; también en ese año de 1876 finalizo la última guerra carlista, en
la que el pueblo de Azuara se vio implicado.
El suceso debió de causar gran dolor entre los familiares de los fallecidos y quienes
utilizando la violencia produciendo las muertes pagaron con años de
cárcel su crimen, para éstos en mi opinión, tal vez sirva de atenuante, el
hecho de que el suceso se produjo entre un conjunto de circunstancias nada apropiado para que entre los vecinos reinara
la cordura.
LOS SUCESOS COMO LOS CONTÓ EL
DIARIO “EL GLOBO”.
El martes 29 de febrero (1876)
ocurrió en el pueblo de Azuara uno de esos dramas sangrientos que difunden la
consternación y el espanto por sus proporciones y sus terribles consecuencias.
Como día de carnaval, salieron mascaradas de jóvenes, una de las cuales,
compuesta de individuos del ayuntamiento, se encontró con otra e indicó a lo
que parece propósitos de embarazar el transito, cruzándose con tal motivo
provocaciones sañudas y disparándose armas de fuego con tal furia que el
sitio de la ocurrencia semejaba un campo
de batalla.
Triste resultado da esta
horrorosa reyerta fue la muerte de un vecino apellidado Alcalá, padre de un
guarda dependiente del municipio y de un transeúnte que a la sazón tuvo la
desgracia de pasar por aquel sitio; a mas fueron heridos el vecino Castel
gravemente. Alcalá (hijo) y otro de los transeúntes, a quien cupo también la
desgracia de hallarse próximo al lugar
de la lucha.
Con tales sucesos, el pueblo de Azuara se halla profundamente
alarmado al considerar las consecuencias que puede producir el encono de las antipatías políticas, causa,
según pública voz, de esta colisión horrible.
“El Globo” (Madrid) 4 de marzo de
1876
SEIS AÑOS MÁS TARDE SALIÓ LA SENTENCIA
Y ASÍ LO CUENTA “EL DÍA”
Se ha visto recientemente en la
audiencia de Zaragoza la famosa causa por los sucesos de Azuara.
La tarde del 29 de febrero de
1876 se hallaba el pueblo de Azuara
celebrando el carnaval y la terminación de la guerra civil, con cuyo
motivo salio el ayuntamiento de rondalla, acompañada de los guardia municipales
y algunos vecinos, haciendo lo mismo otros vecinos que prepararon al efecto
convenientemente un carro, y en él iban tocando la música, entre otros, D. José
Castell con dos hijos suyos de corta edad, y detrás el juez municipal D.
Domingo Tomás, y Miguel Martínez, a caballo
pidiendo para los heridos en campaña.
En tal forma recorrieron
ambas rondallas las calles de la
población, pero al pasar la ronda del carro por la calle Mayor y calle de D.
Santiago Aniesa, donde poco antes había entrado la del ayuntamiento, salieron
de ella algunos vecinos del municipio pronunciando las palabras de “alto el
carro, alto el carro”, al mismo tiempo que uno de los guardas, navaja en
mano, se dirigía y tomaba de los cabestrillos la mula de
varas. En estos momentos, y después de
haber mediado algunas palabras, sonó la detonación de un disparo, de arma de
fuego, que fue secundado por otros
varios, y se produjo la alarma y desorden consiguientes entre las muchas
personas que transitaban por la calle, sucediéndose distintas y parciales agresiones, y tomando
en ellas parte activa los que componían ambas rondallas, cuyos ánimos se
hallaban con anterioridad algún tanto
predispuestos por cuestiones de localidad y aún por haber sido destituido en
aquellos días el ayuntamiento que presidia D. Joaquín Alcalá.
Consecuencia de estos hechos fue
la muerte del síndico del ayuntamiento, D. Joaquín Alcalá, del guarda Amado
Fleta y de Cipriano Obón, resultar gravemente heridos el secretario del juzgado
municipal D. José Castell, D. Joaquín
Alcalá, hijo del síndico y el vecino Diego Obón, algunos atentados contra la
autoridad y varios disparos de arma de fuego.
La sentencia dictada por el
juzgado condena a D. Miguel Martínez, como autor del homicidio de D. Joaquín
Alcalá, a la pena de catorce años, ocho meses y un día de reclusión temporal; a
Narciso Nalvaiz, José Nalvaiz y Domingo Fleta, como autores también del
homicidio de Cipriano Obón, a igual pena a cada uno; á Narciso Nalvaiz, como
autor asimismo de las lesiones a D. José Castell, á la de tres años de prisión
correccional; a Juan José Alconchel, por disparo de arma de fuego, a cuatro
meses de arresto mayor, y a Gonzalo Gorgas, por igual delito, a dos años de
prisión correccional.
“El Dia” (Madrid) 14 de enero de
1882.
JoseRomán Roche Nebra
No hay comentarios:
Publicar un comentario