jueves, 14 de junio de 2012

AZUARA EN HEMEROTECAS: Primera Guerra Carlista

 
Entre los años 1833 y 1840 se desarrolla en España, la primera de las tres Guerras Carlistas que sufrió nuestro país a lo largo del siglo XIX.

Durante el reinado de Fernando VII, es su hermano menor Carlos quien estaba designado a sucederle, ya que tras  tres matrimonios el Rey carecía de descendencia.

Fernando VII, a quien también se le llama el Rey Felón debido a sus deslealtades y traiciones (propicio el motín de Aranjuez para derrocar a su padre Carlos IV en medio de la ocupación francesa de España, engañado por Napoleón acabo auto-exiliándose, tras su restitución en el trono tras la Guerra de Independencia declaro nulas tanto las Cortes de Cádiz como su Constitución restableciendo la Monarquía absoluta,…) en 1830, seis meses antes de que su cuarta mujer, su sobrina María Cristina de Borbón diera a luz, publica la Pragmática Sanción de Carlos IV que deja sin efecto el Reglamento que excluía de la sucesión femenina al trono. Esto deja fuera de la sucesión a su hermano el infante Carlos a favor de su futura hija Isabel.  Dos años más tarde también nacería su segunda hija Luisa Fernanda.

El infante Carlos no reconoce a Isabel como Princesa de Asturias. Tras la muerte de Fernando VII en 1833, Isabel II es proclamada Reina bajo la regencia de su madre.

Estos hechos fueron los desencadenantes de la I Guerra Carlista. Comenzaban así, siete años de guerra civil entre Isabelinos y Carlistas por toda España.

También en este periodo de guerra, del que he encontrado abundantes noticias de batallas y movimientos de tropas por nuestro pueblo y alrededores, se sufrió  en Azuara. Hechos que, por poner un ejemplo, los periódicos de aquella época recogen en esta noticia. Hechos trágicos, los cuales en los próximos días se cumplirán 177 años que acontecieron, que algunos periódicos bautizaron como “la ocurrencia de la Villa de Azuara”.

ECO DEL COMERCIO (Edición de Madrid) Sábado 11 de julio de 1835.

La facción de Quílez salió de Ariño el día 4 del corriente, paso por Lécera y Belchite y se dirigió a Azuara donde llego la madrugada del 5. Los Urbanos (ejercito de civiles leales a la Reina Isabel II) de dicha Villa, en numero de 13, incluso su comandante, que tuvieron aviso anticipado de su aproximación se reunieron en la iglesia, en cuya torre propusieron defenderse; llegados los facciosos (los Carlistas) al pueblo, les intimaron la entrega de sus armas, a lo que contestaron que las habían recibido del Gobierno , y que solo al Gobierno las entregarían, no a las gavillas de ladrones que con distintos pretextos se ocupaban en robar y saquear los pueblos. Esta enérgica contestación irrito a los malvados que, desde luego, quisieron pegar fuego a la iglesia con objeto de hacer desmayar el ánimo de aquellos patriotas.
Convencidos estos, de que sólo su decisión podría salvarlos, rompieron sobre los enemigos vivo fuego que les causo la pérdida de un muerto y tres heridos. Persuadidos los facciosos de la impotencia de sus esfuerzos contra aquel pequeño número de patriotas que fieles a su juramento habían resuelto ser víctimas de su noble decisión entre las llamas primero que transigir con la infamia de ceder a las intimaciones de los viles satélites del pillaje y del asesinato, abandonaron la población después de haber robado las casas de los Urbanos, que tranquilos vieron desaparecer sus intereses que posponían a su reputación.
Si todavía existiere un hombre tan obcecado que pueda creer que los malvados, que sobre-pretexto de defender la desesperada causa del imbécil pretendiente infestan alguno de los ángulos de este distrito, tienen otro norte en sus operaciones que el robo y el pillaje, reflexionen sobre la reciente ocurrencia de Azuara, y si la luz del convencimiento desgraciada o maliciosamente no penetra el fondo de su alma, confiese que desde luego que se funda o en la perversidad de sus corazones o en una ignorancia bárbara de su propia utilidad; cuando esta desaparezca, no las Columnas del Ejercito y Milicia Urbana serán las que destierren a estos modernos malvados, los pueblos mismos interesados en su felicidad, harán una guerra a los infames, cuya desmoralización sostiene los horrores de la guerra civil entre hijos de una misma familia. =D.O. de S.E.= El brigadier jefe de la Plana Mayor.

ECO DEL COMERCIO (Edición de Madrid) Miércoles 15 de julio de 1835.

Con posterioridad al parte que sobre la ocurrencia de la Villa de Azuara recibió el Excmo. Sr. Capitán General de éste Ejército y Reino, de que se dio conocimiento al publico por medio del diario de esta capital, ha sabido S.E. por parte que le ha dado el comandante de Urbanos de aquella Villa, que los muertos que tuvo la facción en aquel día fueron 4, que hallaron en el reconocimiento practicado luego de haber desocupado el pueblo, y 14 los heridos según el relato de los bagageros (equipaciones militares).
Al propio tiempo que S.E. tiene la mayor satisfacción en manifestar al publico de esta capital la conducta heroica de estos decididos Urbanos, que anteponiendo la muerte a la infamia de transigir con los enemigos del sosiego publico han manifestado abiertamente su decisión por la causa de nuestra inocente Soberana, no puede dispensarse de hacer pública la feroz barbarie de aquellos hombres crueles e inhumanos en el citado pueblo.
Enfurecidos por la constancia de los Urbanos, obligaron a la esposa y dos tiernos niños de D. Agustín Ansón, uno de los Urbanos encerrados en la iglesia, a situarse en el punto donde aquellos asestaban sus tiros. La afligida madre permaneció expuesta al mortífero fuego de los sitiados, teniendo uno de sus hijos (de edad de cuatro años) de la mano, y en brazos el más pequeño (de edad de dos y medio), que fue atravesado de un balazo, dirigido tal vez por su mismo padre.
Si el justo horror que tan bárbara escena debe inspirar a todo hombre que no se halla destituido de sensibilidad, permitiese hacer comentarios, podría decirse justamente que los prosélitos del absolutismo, al paso que han renunciado a la patria que les dio el ser, han adoptado de los tigres de la Arcadia, con cuya ferocidad nunca podrían igualar la que han manifestado en esta ocasión. (…) Todo lo que se hace saber al público de orden de S.E. para su conocimiento. El brigadier jefe de la Plana Mayor.

Enrique Sancho Gutiérrez, junio  2012.

viernes, 1 de junio de 2012

LOS DE ARAGON

En invierno nos "enfriamos",
con el cierzo nos "joreamos",
"encorremos" a los niños,
nos damos algún "tozolón" y más de un "talegazo",
"zancochamos" en las cosas,
se nos "esbafa" la cerveza,
usamos el "badil", el "pozal" y el "balde",
"esfirlochamos" los cables y luego nos dan "garrampa",
las cosas nos salen "de cojón",
sabemos que hay gente "desustanciada" y muchos "tontolabas",
se nos "esganguillan" las sillas,
los "zarrios" los "aventamos",
si alguien no nos gusta lo mandamos a "escaparrar",
somos de lo más "escoscados",
el suelo lo "escobamos",
nos "empapuzamos" de lo que nos gusta,
nos montamos "a corderetas",
nuestros parques tienen "esbarizaculos",
los niños se "chipian" en las fuentes,
comemos "alberjes" y "pavías",
cogemos "capazos" con los amigos,
con un "vale pues" ya estamos de acuerdo,
hay gente "escuchimizada, zarrapastrosa y ceporra" ,
si decimos "Bian!" o "Bemm!" es que no estamos de acuerdo,
"sí, de cojón" es no, ni de coña,
nos hacemos "escorchones",
no nos duele "nos hace mal",
nos hacemos "cuqueras",
hacemos más de un "chandrío",
en nuestra tierra hay "ribazos",
los bolis bic tienen "tape",
las parejas no "salen juntos" sino que "festejan",
los bebés están "espabilaos" y los ancianos muy "pitos"
.
Y ahora, decidme... ¿A que sólo los de Aragón lo habéis entendido?

El texto de autor desconocido lo recibí en un correo electrónico.


Jose Román Roche Nebra