viernes, 13 de agosto de 2010

Lugares de Azuara: Eras y pajares.




Eras y pajares, fueron piezas imprescindibles para el desarrollo de la actividad agrícola de cultivo del cereal, ese alimento al que tanto debe la humanidad. Gracias al cultivo del cereal el hombre paso de nómada a sedentario cuando aprendió a cultivarlo, fue la primera actividad agrícola humana y origen de la civilización y cultura de todos los pueblos. Aunque hoy en día ya no se usen las eras para realizar las tareas agrícolas relacionadas con el cereal, éste sigue siendo parte fundamental de la economía en la vida de Azuara. Las eras con sus pajares, forman parte de un pasado muy reciente que no debe ser olvidado y menospreciado.

La mayoría de las eras están construidas en tierra, a la llegada del verano se les pasaba un ruejo para que estuvieran acondicionadas y realizar sobre ellas la labor de trillado del cereal. Otras, se construían empedrando la superficie del terreno y son obras de arte que aun hoy podemos ver. Casi todas las eras están situadas en lugares del pueblo donde sopla más el viento para poder aventar el grano.

Tras la siega se acarreaba el cereal desde los campos y llegado el carro con la mies a la era, tras desatar los fajos se extendían en circulo formando una capa en toda la superficie. Para desgranar las espigas se pasaba el trillo, arrastrado por caballerías y conducido por mujeres, personas mayores, e incluso por zagales. Caballerías, trillo y conductor, daban cientos de vueltas sobre la parva al sol del verano que era cuando mejor se desgranaba el grano del cereal, trabajo monótono que en muchas ocasiones hacia que la persona que conducía se quedara dormida y se saliera el trillo de la parva. El botijo a la sombra del pajar calmaba la sed, un pequeño lujo era beber en vaso una gaseosa de sobre “el tigre” y pasada la media tarde tras la merienda, se procedía al aventado lanzando al aire el cereal con la paja desmenuzada. El grano era metido en sacos y trasportado al granero y la paja se metía bien apretada al pajar para aprovisionamiento de las caballerías a lo largo del año.

Actualmente, aun quedan pajares en pie porque sus dueños tienen algo que guardar dentro y les dan uso. Son edificaciones de 40-60 m2 de superficie por 3 de altura. Las paredes son auténticas obras de arte por la variedad de materiales utilizados y la disposición de estos. Hay pajares con paredes construidas con piedra a dos hileras con relleno de cascotes y tierra en medio que les da solidez. Unas veces se uso piedra caliza y otras piedra guija, también podemos ver una mezcla de las dos siendo la disposición de estas muy variada. Otras veces sobre base de un zócalo de piedra se continua la pared a tapial y en menos ocasiones con adobe. Son obras de arquitectura popular, los colores y la textura de los materiales nos hablan si nos detenemos a observar, se podría contar muchas historias sobre su construcción y sobre lo que se ha vivido a la sombra o al cobijo de estas obras.
Hoy la mayoría de los pajares están en ruina las eras llenas de yerbajos, piedras y basuras, ofreciendo un aspecto bastante triste y desolador. La zona de las eras es un lugar que resulta poco atractivo para la gran mayoría de los azuarinos, a muy pocos molesta que esta zona del pueblo sea lugar de abandono de viejos sofás, colchones u otros viejos enseres domésticos.

Se puede marginar a la zona de las eras, pero no se puede negar que formaron parte de la actividad agrícola durante siglos y son parte de la historia de Azuara. Son espacios que tuvieron uso para el desarrollo económico de aquellos tiempos y para alimentar a los pobladores de Azuara. A quienes piensen que esto son simplemente recuerdos del pasado, quiero decirles que a lo largo de la historia, la humanidad ha tenido graves crisis de falta de alimentos y cuando esto sucedía el hambre hacía descender los nacimientos, la falta de una nutrición suficiente también llevaba consigo contraer enfermedades que causaban bajas de población. Las generaciones actuales hemos nacido gracias al esfuerzo de nuestros abuelos que con su trabajo y estos espacios de uso agrícola, sacaron adelante a sus familias. La zona de las eras, tiene bien merecido un agradecimiento y reconocimiento por parte de las generaciones actuales.

Habrá quienes justifiquen el abandono y posterior hundimiento de los pajares al no tener un uso en la actualidad. Pero no hay excusa para que la zona de las eras sea lugar de acumulación de basuras y viejos enseres, en primer lugar porque las basuras no deben estar donde no les corresponde y en segundo lugar porque hay que tener un mínimo de respeto por estas zonas que facilitaron la alimentación de todo un pueblo. El gobierno municipal, tiene la obligación de limpiar esas basuras y si lo ve necesario conminar a los propios vecinos. Posteriormente a dicha limpieza, se debería adquirir alguna de estas eras y edificaciones, para que restauradas puedan trasmitir la información sobre las actividades agrícolas de nuestros antepasados en su propio ambiente. El coste no seria mucho.

Jose Román Roche Nebra

martes, 3 de agosto de 2010

EN AZUARA SE HABLO EN ARABE DURANTE SIGLOS.


Lengua y literatura árabe de Al-Andalus. Alif Nûn.
Por lo que podemos juzgar, la lengua árabe estaba en un proceso continuo de cambio a la llegada del Islam a la Península Ibérica a principios del siglo VIII. La expansión del Islam significó la llegada del idioma árabe a territorios muy alejados de su origen y supuso el contacto y la convivencia con pueblos y culturas muy distintas que, en muchos casos, adoptaron el árabe como idioma propio y en otros influyeron con sus propios idiomas en la lengua del Corán, a la vez que recibían la influencia de ésta. Especialmente en la Península Ibérica, una arabización a gran escala parecía improbable. En primer lugar, la mezcla lingüística del territorio incluía el latín, que era el lenguaje de la iglesia, el Estado y la literatura; las lenguas romances derivadas del latín, habladas por la mayoría de la población; y el hebreo, empleado por la población judía, principalmente con fines religiosos. En segundo lugar, es dudoso que los contingentes de musulmanes árabes y beréberes que llegaron a la península tuviesen una uniformidad lingüística. Incluso los propios árabes hablaban diferentes dialectos y se establecieron en diversas regiones de acuerdo con sus relaciones tribales, perpetuando así algunas particularidades de su habla. Ocuparon la mitad sur de la península, hasta Toledo, al norte del cual se extendida la llamada “tierra de nadie”, o territorios poblados tan solo por unos pocos colonos beréberes, los cuales, además del árabe, hablaban varios idiomas propios.

Por otro lado, existieron factores que dieron ímpetu a la arabización. Aunque los recién llegados eran una minoría, su número aumentó con la llegada de nuevos inmigrantes y contingentes militares. Estos inmigrantes, hombres en su mayoría, tomaron esposas y concubinas, y sus hijos aprendieron las lenguas del padre y de la madre. A medida que crecía el número de conversos al Islam, la lengua árabe pasó a tener una mayor importancia y se convirtió en un factor de unidad entre los musulmanes en particular y posteriormente entre los andalusíes en general, fueran musulmanes o no.

Muchos mozárabes (cristianos) adoptaron nombres árabes que añadieron a sus nombres de familia latinos y sirvieron como funcionarios civiles en la administración, a menudo de intérpretes y traductores. El obispo de Córdoba, Recemundo (conocido como Rabi ibn Zayd), sabía árabe y latín y fue enviado por Abd al-Rahman III en misión diplomática a Alemania. Los judíos hispanos se arabizaron completamente y escribieron sus obras más importantes en árabe, además de participar activamente en la vida económica, social y política de al-Andalus.

No obstante, la influencia del árabe no acabó con las lenguas romances. La situación política y social de al-Andalus era tal que obligaba a cada una las comunidades que convivían en su territorio al aprendizaje del idioma de las restantes, lo que condujo a un extenso bilingüísmo. Al-Jusani, en su Historia de los jueces de Córdoba, da pruebas de que las lenguas romances eran generalmente usadas en Córdoba, incluso en los tribunales.

Sin embargo, a juzgar por la gran cantidad de literatura en árabe, parece que esta lengua gozaba de preeminencia en aquella sociedad políglota y se estudiaba tan intensamente que se convirtió en la lengua de la cultura por excelencia.


Mientras el dominio musulmán se mantuvo sobre buena parte de la Península Ibérica, el interés por la lengua árabe y la consecuente arabización prosperaron, alcanzando su punto álgido durante los siglos X y XI. Sin embargo, con el avance de las conquistas cristianas, el panorama se fue modificando gradualmente y, aunque el árabe y su estudio aún tuvieron algunos defensores de talento, su influencia sobre la población disminuyó drásticamente ya a partir del siglo XIII, de modo que, excepto en el reino de Granada, el árabe dejó de ser la lengua de la diplomacia y de la cultura. Desde luego, aún perduró durante un tiempo, pero tuvo que competir con el resto de lenguas peninsulares, que aumentaban rápidamente su importancia, tanto a nivel escrito como hablado. Los pueblos cristianos peninsulares comenzaron a adquirir una conciencia lingüística que culminó en la completa relatinización de la Península Ibérica durante los siglos XVI y XVII, primero a través de las purgas sistemáticas contra la religión y las costumbres de los musulmanes y con la completa prohibición de la lengua árabe, y posteriormente con la definitiva expulsión de éstos.


La persecución sistemática que sufrió el uso de la lengua árabe desde la caída del reino de Granada en 1.492 hasta la expulsión definitiva de los moriscos más de un siglo después, no pudo borrar la convivencia fecunda que durante siglos se estableció, tanto en territorio cristiano como musulmán, entre las diversas lenguas habladas en la Península Ibérica. Esta convivencia trajo como consecuencia una profunda influencia mutua, que en el caso del castellano supuso la adopción de una gran cantidad de expresiones árabes que permitieron cubrir una amplia gama de términos usados en la vida cotidiana, así como vocablos relacionados con las ciencias, las artes y otras ramas del saber. Multitud de expresiones árabes se incorporaron al castellano, bien en su forma original (ojalá/insha’allah) o bien a través de la traducción literal (“si Dios quiere”, “vaya con Dios” o “Dios te guarde”).

Influencia de la lengua árabe en la España actual.

Fuente: Promotora Española de Lingüística.


Fue tan grande la diferencia entre la España visigoda y la España después de las invasiones árabes que hay autores que se atreven a afirmar que el factor árabe jamás pudo ni podrá ser extirpado de la sociedad española después de ochocientos años de permanencia; erradicar esta influencia es erradicar la mayor parte de la identidad cultural del nativo peninsular. Es una costumbre árabe que pervive en la mayor parte de España: están comiendo llega una visita y le dicen ¿quieres comer?, los habitantes del norte de España no tienen esa costumbre de ofrecimiento.

Los arabismos del español suponen aproximadamente el 8% del vocabulario total y se calcula que son unas 4000 palabras, incluyendo voces poco usadas (Cano, 1999: 53)

Algunos ejemplos: encontramos arabismos referidos al conocimiento y la ciencia como: algoritmo, guarismo, cifra, álgebra, redoma, alcohol, elixir, jarabe, cénit... referidos a instituciones y costumbres: alcalde, alguacil, albacea, alcabala…, a actividades comerciales: arancel, tarifa, aduana, almacén, almoneda, almazara, ataujía, zoco, ceca… a urbanismo y vivienda: arrabal, aldea, alquería, almunia, alcoba, azotea, zaguán, alfeizar, albañil, alarife, tabique, azulejo, alcantarilla, albañal, alfombra, almohada… En el campo de la vida doméstica, el vestido o el ocio encontramos: laúd, ajedrez, azar, tarea, alfarero, taza, jarra, ajorcas, alfiler, aljuba, albornoz, babucha, zaragüelles, albóndigas, almíbar, arrope...


Los hay también referentes a las labores agrícolas, en las que los árabes fueron verdaderamente innovadores en los sistemas de cultivo y regadío: acequia, aljibe, azud, noria, arcaduz, alberca… y a plantas, flores y frutos: alcachofa, algodón, alfalfa, alubia, azafrán, azúcar, berenjena, aceite, azucena, azahar, adelfa, alhelí, acebuche, jara o retama.


Jose Román Roche Nebra