Eras y pajares, fueron piezas imprescindibles para el desarrollo de la actividad agrícola de cultivo del cereal, ese alimento al que tanto debe la humanidad. Gracias al cultivo del cereal el hombre paso de nómada a sedentario cuando aprendió a cultivarlo, fue la primera actividad agrícola humana y origen de la civilización y cultura de todos los pueblos. Aunque hoy en día ya no se usen las eras para realizar las tareas agrícolas relacionadas con el cereal, éste sigue siendo parte fundamental de la economía en la vida de Azuara. Las eras con sus pajares, forman parte de un pasado muy reciente que no debe ser olvidado y menospreciado.
La mayoría de las eras están construidas en tierra, a la llegada del verano se les pasaba un ruejo para que estuvieran acondicionadas y realizar sobre ellas la labor de trillado del cereal. Otras, se construían empedrando la superficie del terreno y son obras de arte que aun hoy podemos ver. Casi todas las eras están situadas en lugares del pueblo donde sopla más el viento para poder aventar el grano.
Tras la siega se acarreaba el cereal desde los campos y llegado el carro con la mies a la era, tras desatar los fajos se extendían en circulo formando una capa en toda la superficie. Para desgranar las espigas se pasaba el trillo, arrastrado por caballerías y conducido por mujeres, personas mayores, e incluso por zagales. Caballerías, trillo y conductor, daban cientos de vueltas sobre la parva al sol del verano que era cuando mejor se desgranaba el grano del cereal, trabajo monótono que en muchas ocasiones hacia que la persona que conducía se quedara dormida y se saliera el trillo de la parva. El botijo a la sombra del pajar calmaba la sed, un pequeño lujo era beber en vaso una gaseosa de sobre “el tigre” y pasada la media tarde tras la merienda, se procedía al aventado lanzando al aire el cereal con la paja desmenuzada. El grano era metido en sacos y trasportado al granero y la paja se metía bien apretada al pajar para aprovisionamiento de las caballerías a lo largo del año.
Actualmente, aun quedan pajares en pie porque sus dueños tienen algo que guardar dentro y les dan uso. Son edificaciones de 40-60 m2 de superficie por 3 de altura. Las paredes son auténticas obras de arte por la variedad de materiales utilizados y la disposición de estos. Hay pajares con paredes construidas con piedra a dos hileras con relleno de cascotes y tierra en medio que les da solidez. Unas veces se uso piedra caliza y otras piedra guija, también podemos ver una mezcla de las dos siendo la disposición de estas muy variada. Otras veces sobre base de un zócalo de piedra se continua la pared a tapial y en menos ocasiones con adobe. Son obras de arquitectura popular, los colores y la textura de los materiales nos hablan si nos detenemos a observar, se podría contar muchas historias sobre su construcción y sobre lo que se ha vivido a la sombra o al cobijo de estas obras.
Hoy la mayoría de los pajares están en ruina las eras llenas de yerbajos, piedras y basuras, ofreciendo un aspecto bastante triste y desolador. La zona de las eras es un lugar que resulta poco atractivo para la gran mayoría de los azuarinos, a muy pocos molesta que esta zona del pueblo sea lugar de abandono de viejos sofás, colchones u otros viejos enseres domésticos.
Se puede marginar a la zona de las eras, pero no se puede negar que formaron parte de la actividad agrícola durante siglos y son parte de la historia de Azuara. Son espacios que tuvieron uso para el desarrollo económico de aquellos tiempos y para alimentar a los pobladores de Azuara. A quienes piensen que esto son simplemente recuerdos del pasado, quiero decirles que a lo largo de la historia, la humanidad ha tenido graves crisis de falta de alimentos y cuando esto sucedía el hambre hacía descender los nacimientos, la falta de una nutrición suficiente también llevaba consigo contraer enfermedades que causaban bajas de población. Las generaciones actuales hemos nacido gracias al esfuerzo de nuestros abuelos que con su trabajo y estos espacios de uso agrícola, sacaron adelante a sus familias. La zona de las eras, tiene bien merecido un agradecimiento y reconocimiento por parte de las generaciones actuales.
Habrá quienes justifiquen el abandono y posterior hundimiento de los pajares al no tener un uso en la actualidad. Pero no hay excusa para que la zona de las eras sea lugar de acumulación de basuras y viejos enseres, en primer lugar porque las basuras no deben estar donde no les corresponde y en segundo lugar porque hay que tener un mínimo de respeto por estas zonas que facilitaron la alimentación de todo un pueblo. El gobierno municipal, tiene la obligación de limpiar esas basuras y si lo ve necesario conminar a los propios vecinos. Posteriormente a dicha limpieza, se debería adquirir alguna de estas eras y edificaciones, para que restauradas puedan trasmitir la información sobre las actividades agrícolas de nuestros antepasados en su propio ambiente. El coste no seria mucho.
La mayoría de las eras están construidas en tierra, a la llegada del verano se les pasaba un ruejo para que estuvieran acondicionadas y realizar sobre ellas la labor de trillado del cereal. Otras, se construían empedrando la superficie del terreno y son obras de arte que aun hoy podemos ver. Casi todas las eras están situadas en lugares del pueblo donde sopla más el viento para poder aventar el grano.
Tras la siega se acarreaba el cereal desde los campos y llegado el carro con la mies a la era, tras desatar los fajos se extendían en circulo formando una capa en toda la superficie. Para desgranar las espigas se pasaba el trillo, arrastrado por caballerías y conducido por mujeres, personas mayores, e incluso por zagales. Caballerías, trillo y conductor, daban cientos de vueltas sobre la parva al sol del verano que era cuando mejor se desgranaba el grano del cereal, trabajo monótono que en muchas ocasiones hacia que la persona que conducía se quedara dormida y se saliera el trillo de la parva. El botijo a la sombra del pajar calmaba la sed, un pequeño lujo era beber en vaso una gaseosa de sobre “el tigre” y pasada la media tarde tras la merienda, se procedía al aventado lanzando al aire el cereal con la paja desmenuzada. El grano era metido en sacos y trasportado al granero y la paja se metía bien apretada al pajar para aprovisionamiento de las caballerías a lo largo del año.
Actualmente, aun quedan pajares en pie porque sus dueños tienen algo que guardar dentro y les dan uso. Son edificaciones de 40-60 m2 de superficie por 3 de altura. Las paredes son auténticas obras de arte por la variedad de materiales utilizados y la disposición de estos. Hay pajares con paredes construidas con piedra a dos hileras con relleno de cascotes y tierra en medio que les da solidez. Unas veces se uso piedra caliza y otras piedra guija, también podemos ver una mezcla de las dos siendo la disposición de estas muy variada. Otras veces sobre base de un zócalo de piedra se continua la pared a tapial y en menos ocasiones con adobe. Son obras de arquitectura popular, los colores y la textura de los materiales nos hablan si nos detenemos a observar, se podría contar muchas historias sobre su construcción y sobre lo que se ha vivido a la sombra o al cobijo de estas obras.
Hoy la mayoría de los pajares están en ruina las eras llenas de yerbajos, piedras y basuras, ofreciendo un aspecto bastante triste y desolador. La zona de las eras es un lugar que resulta poco atractivo para la gran mayoría de los azuarinos, a muy pocos molesta que esta zona del pueblo sea lugar de abandono de viejos sofás, colchones u otros viejos enseres domésticos.
Se puede marginar a la zona de las eras, pero no se puede negar que formaron parte de la actividad agrícola durante siglos y son parte de la historia de Azuara. Son espacios que tuvieron uso para el desarrollo económico de aquellos tiempos y para alimentar a los pobladores de Azuara. A quienes piensen que esto son simplemente recuerdos del pasado, quiero decirles que a lo largo de la historia, la humanidad ha tenido graves crisis de falta de alimentos y cuando esto sucedía el hambre hacía descender los nacimientos, la falta de una nutrición suficiente también llevaba consigo contraer enfermedades que causaban bajas de población. Las generaciones actuales hemos nacido gracias al esfuerzo de nuestros abuelos que con su trabajo y estos espacios de uso agrícola, sacaron adelante a sus familias. La zona de las eras, tiene bien merecido un agradecimiento y reconocimiento por parte de las generaciones actuales.
Habrá quienes justifiquen el abandono y posterior hundimiento de los pajares al no tener un uso en la actualidad. Pero no hay excusa para que la zona de las eras sea lugar de acumulación de basuras y viejos enseres, en primer lugar porque las basuras no deben estar donde no les corresponde y en segundo lugar porque hay que tener un mínimo de respeto por estas zonas que facilitaron la alimentación de todo un pueblo. El gobierno municipal, tiene la obligación de limpiar esas basuras y si lo ve necesario conminar a los propios vecinos. Posteriormente a dicha limpieza, se debería adquirir alguna de estas eras y edificaciones, para que restauradas puedan trasmitir la información sobre las actividades agrícolas de nuestros antepasados en su propio ambiente. El coste no seria mucho.
Jose Román Roche Nebra
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