lunes, 26 de octubre de 2009

¿Cubierta de plástico para la villa romana?

Villafortunatus consolida sus restos y se le pone cubierta, todo por solo 200 millones de las antiguas pesetas. La misma formula se pretende para la villa de Azuara que en su día se presupuesto en 600 millones. Ahora, habrá que ver si sale en los presupuestos del gobierno de Aragón.

Recientemente escribí en este blog informando de la noticia sobre la inauguración de la villa romana de “La Olmeda” en Palencia, en la que se habían gastado nada menos que 9,5 millones de euros en el edificio. La solución para la villa de Azuara -dicen- se soluciona con 1,2 millones, hay que tener en cuenta que las dos villas tienen una categoría similar. También tengo que decir, que visto el edificio que cubre el yacimiento de la villa “La Olmeda” da la impresión que el contenedor quiere competir con el contenido y es que, a veces ocurre que un arquitecto da más importancia a su obra que al arte que se quiere proteger y exponer dentro de ella. Pero aquí, por estas tierras de Aragón sucede lo contrario -nos vamos al otro extremo- y no porque el arquitecto zaragozano Joaquín Sicila no sea de prestigio, sino porque a este gobierno de Aragón no le apetece gastarse más, total, son unas ruinas en un pueblo. Aquí vamos en el furgón de cola, se cubrirá la villa romana (dicen), pero con un diseño de obra baratico, oiga, (diría Marcelino) que por el precio de una cubro cuatro: Villa Fortunatus, Labitolosa, Urrea de Gaén, y Azuara.

Mientras tanto, nos metemos en otro invierno sin levantar las planchas de porexpan que están favoreciendo la desintegración de los mosaicos.

http://www.aragondigital.es/asp/noticia.asp?notid=66950&secid=12

Jose Román Roche Nebra

jueves, 15 de octubre de 2009

SASTRES DE AZUARA

Hace diez años le hice una entrevista a Cayo Soro, vecino de Azuara y de profesión sastre. Me dijo que empezó a trabajar de aprendiz de sastre a los 12 años, coincidió cuando se les cosieron los trajes a los músicos de la Banda en 1930 y según me dijo, este trabajo fue repartido entre los siete sastres que ejercían en Azuara con una población 2.900 habitantes.

El taller del sastre era una habitación de su casa, contenía una mesa grande, otra mesa pequeña, tijeras grandes para cortar la tela, metro y plancha de carbón. El sastre principalmente cosía pantalones, chaquetas y chalecos. Los sastres solamente cosían para hombres, ya que no era bien visto tomar medidas a las mujeres. Toda la ropa de mujer la cosían las modistas de profesión.

La ropa de trabajo era toda de pana y para los trajes se usaba lana. El cliente, compraba la tela en “el comercio de Leonardo” (actualmente tienda de comestibles en la calle Mayor) o bien la traía de Zaragoza, la llevaba al sastre que le tomaba medidas y procedía a coser.

Los trajes duraban muchos años y no todos los vecinos tenían. La ropa interior de hilo y de algodón venia ya confeccionada de la ciudad, las camisas las cosían las modistas y también la gente en su propia casa. El pago rara vez era al contado y en ocasiones se pagaba en “especias” o con otro trabajo a cambio. La ropa duraba mucho porque las telas y el cosido eran muy fuertes, cuando se gastaba o había algún roto, en la propia casa se hacían un zurcido o se le cosía algún piazo.

Los sastres no podían vivir solamente del oficio y también llevaban algo de cultivo agrícola. Cuando se extendió la confección industrial dejo de hacerse la ropa a medida en el pueblo y así desapareció el oficio de sastre en Azuara.

José Román Roche