Entre los años 1833 y 1840 se desarrolla en
España, la primera de las tres Guerras Carlistas que sufrió nuestro país a lo
largo del siglo XIX.
Durante el reinado
de Fernando VII, es su hermano menor Carlos quien estaba designado a sucederle,
ya que tras tres matrimonios el Rey carecía
de descendencia.
Fernando VII, a
quien también se le llama el Rey Felón debido a sus deslealtades y traiciones
(propicio el motín de Aranjuez para derrocar a su padre Carlos IV en medio de
la ocupación francesa de España, engañado por Napoleón acabo auto-exiliándose,
tras su restitución en el trono tras la Guerra de Independencia declaro nulas
tanto las Cortes de Cádiz como su Constitución restableciendo la Monarquía
absoluta,…) en 1830, seis meses antes de que su cuarta mujer, su sobrina María
Cristina de Borbón diera a luz, publica la Pragmática Sanción de Carlos IV que
deja sin efecto el Reglamento que excluía de la sucesión femenina al trono. Esto
deja fuera de la sucesión a su hermano el infante Carlos a favor de su futura hija
Isabel. Dos años más tarde también
nacería su segunda hija Luisa Fernanda.
El infante Carlos
no reconoce a Isabel como Princesa de Asturias. Tras la muerte de Fernando VII
en 1833, Isabel II es proclamada Reina bajo la regencia de su madre.
Estos hechos fueron
los desencadenantes de la I Guerra Carlista. Comenzaban así, siete años de
guerra civil entre Isabelinos y Carlistas por toda España.
También en este
periodo de guerra, del que he encontrado abundantes noticias de batallas y
movimientos de tropas por nuestro pueblo y alrededores, se sufrió en Azuara. Hechos que, por poner un ejemplo, los
periódicos de aquella época recogen en esta noticia. Hechos trágicos, los
cuales en los próximos días se cumplirán 177 años que acontecieron, que algunos
periódicos bautizaron como “la ocurrencia de la Villa de Azuara”.
ECO DEL COMERCIO (Edición
de Madrid) Sábado 11 de julio de 1835.
La facción de Quílez
salió de Ariño el día 4 del corriente, paso por Lécera y Belchite y se dirigió
a Azuara donde llego la madrugada
del 5. Los Urbanos (ejercito de civiles leales a la Reina Isabel II) de dicha Villa, en numero de 13, incluso su
comandante, que tuvieron aviso anticipado de su aproximación se reunieron en la
iglesia, en cuya torre propusieron defenderse; llegados los facciosos (los
Carlistas) al pueblo, les intimaron la
entrega de sus armas, a lo que contestaron que las habían recibido del Gobierno
, y que solo al Gobierno las entregarían, no a las gavillas de ladrones que con
distintos pretextos se ocupaban en robar y saquear los pueblos. Esta enérgica
contestación irrito a los malvados que, desde luego, quisieron pegar fuego a la
iglesia con objeto de hacer desmayar el ánimo de aquellos patriotas.
Convencidos estos, de
que sólo su decisión podría salvarlos, rompieron sobre los enemigos vivo fuego
que les causo la pérdida de un muerto y tres heridos. Persuadidos los facciosos
de la impotencia de sus esfuerzos contra aquel pequeño número de patriotas que
fieles a su juramento habían resuelto ser víctimas de su noble decisión entre
las llamas primero que transigir con la infamia de ceder a las intimaciones de
los viles satélites del pillaje y del asesinato, abandonaron la población
después de haber robado las casas de los Urbanos, que tranquilos vieron
desaparecer sus intereses que posponían a su reputación.
Si todavía existiere
un hombre tan obcecado que pueda creer que los malvados, que sobre-pretexto de
defender la desesperada causa del imbécil pretendiente infestan alguno de los
ángulos de este distrito, tienen otro norte en sus operaciones que el robo y el
pillaje, reflexionen sobre la reciente ocurrencia de Azuara, y si la luz del convencimiento desgraciada o maliciosamente
no penetra el fondo de su alma, confiese que desde luego que se funda o en la
perversidad de sus corazones o en una ignorancia bárbara de su propia utilidad;
cuando esta desaparezca, no las Columnas del Ejercito y Milicia Urbana serán
las que destierren a estos modernos malvados, los pueblos mismos interesados en
su felicidad, harán una guerra a los infames, cuya desmoralización sostiene los
horrores de la guerra civil entre hijos de una misma familia. =D.O. de S.E.= El
brigadier jefe de la Plana Mayor.
ECO DEL COMERCIO (Edición
de Madrid) Miércoles 15 de julio de 1835.
Con posterioridad al
parte que sobre la ocurrencia de la Villa de Azuara recibió el Excmo. Sr. Capitán General de éste Ejército y
Reino, de que se dio conocimiento al publico por medio del diario de esta
capital, ha sabido S.E. por parte que le ha dado el comandante de Urbanos de
aquella Villa, que los muertos que tuvo la facción en aquel día fueron 4, que
hallaron en el reconocimiento practicado luego de haber desocupado el pueblo, y
14 los heridos según el relato de los bagageros (equipaciones militares).
Al propio tiempo que
S.E. tiene la mayor satisfacción en manifestar al publico de esta capital la
conducta heroica de estos decididos Urbanos, que anteponiendo la muerte a la
infamia de transigir con los enemigos del sosiego publico han manifestado
abiertamente su decisión por la causa de nuestra inocente Soberana, no puede
dispensarse de hacer pública la feroz barbarie de aquellos hombres crueles e
inhumanos en el citado pueblo.
Enfurecidos por la
constancia de los Urbanos, obligaron a la esposa y dos tiernos niños de D.
Agustín Ansón, uno de los Urbanos encerrados en la iglesia, a situarse en el
punto donde aquellos asestaban sus tiros. La afligida madre permaneció expuesta
al mortífero fuego de los sitiados, teniendo uno de sus hijos (de edad de
cuatro años) de la mano, y en brazos el más pequeño (de edad de dos y medio),
que fue atravesado de un balazo, dirigido tal vez por su mismo padre.
Si el justo horror que
tan bárbara escena debe inspirar a todo hombre que no se halla destituido de
sensibilidad, permitiese hacer comentarios, podría decirse justamente que los
prosélitos del absolutismo, al paso que han renunciado a la patria que les dio
el ser, han adoptado de los tigres de la Arcadia, con cuya ferocidad nunca
podrían igualar la que han manifestado en esta ocasión. (…) Todo lo que se hace saber al público de
orden de S.E. para su conocimiento. El brigadier jefe de la Plana Mayor.
Enrique Sancho Gutiérrez, junio 2012.
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