domingo, 20 de abril de 2014

Herreros de Azuara

El  herrero era un artesano con conocimientos y destreza para dar forma y temple al hierro a golpe de martillo.


José María  Alconchel, tenía 15 años cuando empezó de aprendiz el oficio de herrero el año 1942, y unido con su hermano Emilio, dedicaron la mayor parte de su vida a esta profesión.
Cuenta José María, que en 1942 Azuara tenia  4 herrerías y  no paraban de tanta faena. Estaba la  de la Plaza la Iglesia con los herreros Máximo Miguel y su hermano Julián; en la Fuente Alta estaba la familia Marín; en la Fuente Baja  la  de Clemente Abad, y la de Máximo Lastanao en la calle Nueva, donde entro de aprendiz José María  y más tarde su hermano Emilio que trabajaron en el oficio hasta que cerraron  por jubilación.

Cuenta José María que los trabajos que realizaban eran muy variados, como poner herraduras a las caballerías, construir vertederas, aladros romanos, brabantes, y se hacían  también los correspondientes trabajos de mantenimiento. Además realizaban trabajos  para las casas, como barandas, rejas, estreudes, tenazas,  cerraduras...
Hubo un tiempo que también se dedicaron a construir todos los hierros que formaban parte de los carros, hasta que decidieron hacerlos los propios  profesionales carreteros.

El local de la herrería disponía de fragua  para calentar el hierro, yunque para martillear, tornillo de banco para sujetar, piedra esmeril movida a pie y muchas herramientas de mano como martillos de diversos tamaños, tenazas y   herramientas para poner  herraduras a las caballerías.
La fragua era alimentada con carbón asturiano de buena calidad y soplado con aire de fuelle, ahí se calentaban los hierros al rojo para poder trabajarlos en el yunque con martillos de diversos tamaños y sobre todo con el de  5 kilos llamado caz  golpeando con ellos dos personas simultáneamente. Las escorias del carbón las  recogían las mujeres para los tiestos del agua de las gallinas.


En  aquella época, en Azuara había  7 u 8 pares de vacas de tiro, algunas yeguas, caballos castrados y burros que usaba la gente mas   pobre  para pequeño transporte (todos los pastores tenían burro aunque los propietarios eran los “amos”). La mayoría de las caballerías eran híbridos llamados mulos  y mulas, resultado del cruce entre yegua y asno, que utilizaban los labradores para el tiro de carros y el laboreo de la tierra.
Las caballerías gastaban mucha herradura durante todo el año y especialmente en verano con el acarreo del cereal. Salían con los carros muy de madrugada, de noche, para llegar a los campos, así llegaban temprano a las eras y hacían un segundo viaje. En verano  acudían a la herrería los labradores sobre las 11 de la mañana, para ponerles herraduras nuevas a las caballerías, las moscas eran una plaga que atacaban sin parar a los animales y estos no paraban de mover la cabeza de un lado para otro, movían la cola, las patas... una persona tenía que estar espantando las moscas con un trapo para que estuviera quieto el animal. Había  animales que eran peligrosos para el herrero, pegaban coces y mordían, así que les ponían en el morro unos palos con estrías a modo de pinza y también les ataban las   patas. Una vez sujetado el animal si era inquieto o guito, se extraía la herradura gastada o el gallón  (media herradura), se quitaban los restos de clavos incrustados  en la pezuña y se procedía a la limpieza y rebaje  del casco. A veces en el casco había infecciones con pus que llamaban aguadura y tenían  que curar durante unos días con infusiones de malvavisco aplicadas con un paño mojado al casco, otras veces  tenían una enfermedad llamada hormiguilla que les ablandaba y deshacía los cascos, a éstos en vez de herradura se les hacia un zapato de chapa.

Los agricultores andaban escasos de dinero, así que a veces al herrero se le pagaba con jornadas de trabajo, por ejemplo vertederas a cambio de trigo, y la mayoría de las veces a caña (deuda), que consistía en partir una caña longitudinalmente  y se hacía muesca en las dos partes a la vez por cada deuda, el cliente se llevaba su parte de caña con el nombre gravado y el herrero guardaba  la otra mitad, luego se juntaban viendo que las muescas coincidían  todas a la hora de saldar la deuda.  

La herrería  era lugar de encuentro de vecinos, que en vez de ir al café (porque no había dinero), pasaban las tardes de invierno calentándose  y charrando. No se hablaba nunca de política porque en España había una dictadura.

Los primeros tractores llegaron al pueblo a partir de 1960, desaparecieron las caballerías y en la herrería adquirieron nuevas herramientas como el martillo pilón, el taladro de pie moderno,  la máquina de soldar, amoladora y otras pequeñas herramientas.  A partir de entonces se empezó a trabajar  para las herramientas de los tractores y construcción de puertas de chapa.

Cuando se escribió este documento el año 2003 solamente quedaba ya  en Azuara  la herrería  de Benjamín Marín en la Fuente Alta,  en la actualidad cerrada también  por jubilación del propietario.

Pintura de Rubens que representa al dios Hefesto-Vulcano.
Hefesto, dios griego del fuego y de las herrerías. Los romanos lo identificaron con Vulcano. En la mitología griega, Hefesto es hijo de Zeus y de Hera.

Gracias a José Maria Alconchel,  y a todos los herreros de Azuara.

Fuente y autor “El Piquete” JoseRomán.

JoseRomán Roche Nebra

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