Continuamos con la serie de artículos realizados por Miguel
Marco Martín dando un repaso a los datos más importantes del censo de 1890.
Como se podía comprobar
en la pirámide poblacional publicada en el capítulo anterior, el 70% de
los varones eran menores de 50 años. De las mujeres hay que decir que no tenían
ningún derecho, ni al voto, ni al
trabajo legal ni a la educación; el porcentaje
de analfabetismo femenino podría alcanzar el 90%. Los censos poblacionales reflejaban
alrededor del millar de mujeres, cuya ocupación según constaba era SUS LABORES.
La época de milicias en aquel tiempo igual se podía hacer en Filipinas, Cuba,
África o en la Península. La edad para el matrimonio sería (todo esto lo suponemos pues no se
confeccionaban censos completos) de 23 a 30 años en los varones y de 20 a 25 en
las mujeres; cada hogar tendría una media de 3 hijos/as, aunque habría varias
familias con 5,6,7 u 8 hijos. 370
parejas compondrían el censo de población, los viudos/as ascenderían al
centenar largo, solteros serian unos 90, 2/3 de ellos varones, y además
estarían los menores de 25 años, que todavía no entraban en los censos, y que
supondrían el 25% de la población, repartidos en partes iguales entre hombres y
mujeres.
Los apellidos que aparecen en el censo son 122 diferentes,
siendo los más frecuentes y por este orden: Fleta, Martín, Alcalá, Fuertes,
Ansón, Alconchel, Bernad, Ibañez, Lahoz, Marco, Gascón, Obón, Aína, Barreras, Nalvaiz, Tomás, Aniesa, Casamayor, y Sarto, representando
estos 19 apellidos el 52% de la población.
De los nombres más repetidos en la pila bautismal transcribo
los 16 más frecuentes: José, Manuel, Joaquín, Antonio, Francisco, Nicolás,
Pedro, Mariano, Miguel, Juan, Santiago,
Domingo, Pablo, Ramón, Gregorio y Pascual, que juntos abarcan al 61% de la
población censada.
La villa se dividía electoralmente en dos secciones, la
primera que estaba en el ayuntamiento constaba de las siguientes calles: Nueva,
Mayor, Virgen, Paradero, Sol, Mosca,
Medio, Luna Molino, Pza. Iglesia, además de las Ventas de Herrera y el Molino de la
Virgen de la Carrasca (Molino Bajo); el resto
de las calles pertenecían a la sección segunda que estaba en las
escuelas de niños.
Molino Bajo
El horno sería del común y cada familia tendría que amasar y
cocer su propio pan, en 1843 eran dos los que estaban controlados por el
ayuntamiento.
1.890 pasaba y la
indumentaria típica del momento era el cachirulo, banda, calzones, chaleco y
alpargatas en el hombre y sayas, refajos, chambras, peleles, toquillas y mantones en las mujeres,
que además se recogían el pelo con moños y peinetas. Ni la revolución
industrial ni las comunicaciones estaban llegando a Azuara, su riqueza dependía de la
agricultura, y dentro de ella el cereal (cebada, trigo, avena y maíz), de las
legumbres (garbanzos, judías y guijas), del olivo, de nuevos cultivos que se
estaba introduciendo, la vid y el azafrán.
Solo quedaban 10 años para empezar el siglo XX que
traería innovaciones tecnológicas
mejorando un poco la vida en el municipio; aunque antes de que pasara el siglo,
todavía hubo tiempo para que España sufriese
la pérdida de las colonias de ultramar (Cuba, Filipinas y Puerto Rico)
que significo un cambio en la agricultura de todo Aragón, que pasó a cultivar
remolacha para abastecer la industria azucarera.
Antes de 1.898 en
Azuara se había creado la 1ª banda de música, con su primer director Felipe
Zaro, su vida fue de cuatro años. También empezó a funcionar antes del 98 la
cofradía de Alabarderos.
En el aspecto lingüístico, el habla todavía mantenía los
artículos a y o, en vez de la y el, siendo frecuentes palabras como: estrudes,
esfarachar, estabellar, falandraxo, folleta, prou, quemesio, tieda o zintero.
El ciclo festivo de aquella época empezaba en Carnaval,
donde los jóvenes se encorrían entre ellos tirándose harina y agua, después, en
Marzo, se celebraba San José y con posterioridad las fiestas mayores (la Ascensión); la feria
de San Martín (9,10 y 11 de noviembre)
que servía para exhibir y vender todo tipo de productos; y la fiesta del patrón
San Nicolás. Además los agricultores celebraban San Isidro y los oficiales
Santa Lucía.
Fuente y autor: “El Piquete” Miguel Marco Martín.
Jose Román Roche Nebra
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