domingo, 5 de febrero de 2012

Nicolás Lobato, nacido en Azuara. Mazonero. Parte IV y final

LA SILLERÍA DEL CORO DE LA BASILICA DEL PILAR


     Es a finales de 1542 o principios de 1543 cuando comienza este trabajo. A Nicolás Lobato le acompañan en esta empresa el francés Esteban de Obray y el florentino Juan de Moreto.
   Aunque no absorbe toda su actividad se trata de una de las más grandes obras acometidas por este mazonero. Sus ausencias contribuyeron a las disputas surgidas entre los tres maestros del coro sobre lo realizado por cada uno de ellos, ya que en principio se trataba de una colaboración a partes iguales. Tales diferencias les llevaron a firmar una concordia para que, concluida la obra, otros mazoneros juzgasen lo que realmente había tallado cada uno de ellos.
     El coro de la basílica del Pilar es uno de los mayores tesoros artísticos que guarda el templo, un bello testimonio del edificio mudéjar. La sillería del coro está tallada en roble de Flandes, con incrustaciones de boj amarillo. Normalmente no se puede acceder a su interior, por lo que numerosos visitantes atisban a través de las rejas para intentar descubrir toda su belleza. Pero es muy difícil apreciarla a distancia.  
   El coro no es el que vieron los zaragozanos del siglo XVI, ni está donde se ubicaba originalmente. Fue movido dos veces, en los siglos XVIII y XX. Se encuentra situado a los pies de la nave central, frente al Retablo Mayor. En 1718 se redujo el número de asientos, de los 138 originales a los 126 actuales. Se conservan los asientos de los que se prescindió entonces: tres de los sitiales que se quitaron, por ejemplo, todos con escenas 'zaragozanas', se reutilizaron y se ubicaron en el altar mayor, como sede presbiteral. Pese a las alteraciones sufridas en otros siglos, el coro sigue siendo una obra maestra. 

   En los respaldos de los asientos se desarrolla un programa iconográfico doble, ya que ilustra tanto la vida de la Virgen como la de Cristo. Y aún había una línea argumental más, que a casi todo el mundo pasa inadvertida. Generalmente, en las sillerías están representados apóstoles y profetas. Y en ésta, además de escenas de la vida de Cristo y de la Virgen, se plasmaron episodios de la vida religiosa zaragozana, desde la Venida de la Virgen a escenas de la vida de San Lamberto. Aparte de su gran valor artístico, esto le confiere una trascendencia especial para los zaragozanos. Incluso en uno de los sitiales está representada la famosa Cruz del Coso.
Pero aparecen escenas de todo tipo, desde la Anunciación a la matanza de los Inocentes, y, en sitio preferencial, casi presidiéndolo todo, una fantástica representación de la Venida de la Virgen del Pilar a Zaragoza. Además de los pasajes religiosos, los escultores plasmaron numerosas alusiones a la mitología clásica, junto a elementos decorativos de diversa inspiración. Incluso  los creadores llegaron a plasmarse a sí mismos trabajando en uno de los relieves.



EL RETABLO MAYOR DE FUENTES DE EBRO (Zaragoza)

   En octubre de 1541 se compromete con el pintor italiano Tomas Peliguet y el cuñado de este a realizar la mazonería del retablo mayor de Fuentes de Ebro. Se sabe de cuatro pagos efectuados a Lobato y luego a su viuda por un total de 2994 sueldos.


EL RETABLO MAYOR DE VALDERROBRES (Teruel)

 

     En 1545 recibe el encargo de realizar la mazonería del retablo de Valderrobres que había sido encargado por Hernando de Aragón a Jerónimo Vallejo “Cosida”. Este retablo fue elaborado en su taller de Zaragoza y después traslado y montado en la capital del Matarraña. Las dimensiones del retablo eran de unos 10 metros de alto por 6,5 de ancho. Se divide en cinco calles verticales, las tres centrales de la misma anchura y las extremas más pequeñas. La calle central además se prolongaba por medio de un ático  sobre todas las demás. En cuanto a las divisiones horizontales o pisos, había tres, además de un banco o predella. Toda la obra estaba hecha de madera labrada y en los encasillamientos  predominaba la pintura sobre la escultura, que sólo se da en la hornacina central y el ático. Gran parte de este retablo fue destruida en la Guerra Civil, pero aun se conservan restos de él que se encuentran en la iglesia de Santa María la Mayor de Valderrobres.


   Dejaría otra obra iniciada a su fallecimiento: el retablo mayor de Zuera del que ejecuto la parte del banco.

   Nicolás Lobato fallece a finales de 1547.

 Fuentes consultadas:
“La Escultura del Renacimiento en Aragón”. Museo e Instituto de Humanidades “Camón Aznar”. Zaragoza, 1993. Autores de los textos empleados: Federico B. Torralba Soriano, José Ignacio Gómez Zorraquino, María Luisa Miñana Rodrigo, Ángel Hernansanz Merlo.
Heraldo de Aragón.

Enrique Sancho Gutiérrez, enero de 2012.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen trabajo Enrique. En cuatro capítulos has ido desgranando vida y obra de Nicolás Lobato situándola en su contexto socio-económico. Quienes leemos este blog sabemos ya lo suficiente para decir que este Ilustre Azuarino debe ser reconocido en el pueblo que le vio nacer hace 500 años, y una calle, paseo o avenida debe tener su nombre, si tiene calle en Zaragoza en el Barrio de San Jesé, como no va a tenerla en el pueblo donde nació.

JoseRomán

Rubén López dijo...

Sobra decir que ha sido un magnifico trabajo, que aportes como este son escasos y dignos de ser conservados. De verdad, gracias por este trabajo.

Complementando a José Román, aunque no fuese una calle (lo cual ya propuse porque es una idea estupenda de recordar a nuestros ilustres) Que menos que un metacrilato en algun lugar del municipio, una pestaña en una web municipal... cualquier cosa que al menos muestre interás en recordar su figura y la de otros ilustres como fue Lobato

Un abrazo a todos.

Eva Rodrigo dijo...

Kike me ha gustado muchisimo.
Que gran final!
Yo te animo a que sigas buscando azuarinos/as que hayan sido importantes.
A mi ya con el simple hecho de conocer,ya me doy por satisfecha
Gracias!!!
Un besazo