martes, 28 de junio de 2011

El lugar de Azuara con más historia.

Sin lugar a dudas, el espacio de tierra sobre el que se asienta la ermita de S. Nicolás  y su entorno, es la parte de nuestro pueblo que más historia tiene. Los primeros pobladores que ocuparon esta zona fueron  los  celtíberos  de Belikiom,  ciudad construida a partir del s. IV. a.C.   y que alcanza su máximo explendor sobre la segunda mitad del s. II a.C. cuando  crece ocupando un nuevo espacio desde  los cerros hacia el río creándose una barrio en toda la zona baja  en paralelo  por donde transcurre la acequia bajo las cuevas, el "Cabuchico"  y la carretera en dirección a “las Balsicas”.   Bajo el solar de la ermita S. Nicolás se encuentra localizado un testar y probablemente el horno de producción de cerámica celtíbera, lo que tambien induce a pensar que la "acequia del barranco"  fuera construida por los celtíberos en esa época de expansión.

Pasan cuatrocientos años de colonización y civilización romana,   y doscientos años más de visigodos.  En el siglo VIII  una fracción de la tribu bereber Zuwwara originaria de Libia se instala al otro  lado del río frente a la  ciudad destruida de Belikión, a este lugar le ponen de nombre Zwara.  Ya desde los primeros tiempos del Islam, suele  destinarse un lugar fuera e inmediato al recinto  de las ciudades para oratorio al aire libre llamado musalla;  en zona inmediata separado por una tapia esta el espacio llamado musara, que tiene  carácter laico y sirve de lugar de esparcimiento de la población;  también se da una relación estrecha entre musalla y  el makbara  que era  lugar de enterramiento musulmán. El  lugar que actualmente ocupa la Ermita San Nicolás reúne las condiciones para albergar la musalla, musara  y  makbara, esta  cerca del pueblo, tiene buen camino de acceso, agua y es zona espaciosa. En este lugar  el párroco de Azuara José Gorbea el año 1912 se encuentra la lápida funeraria de Nasar, uno de los 12 hijos de Abderraman   III  Califa de Al-Andalus, de esta forma se  demuestra que el viejo cementerio en el que de niños veíamos huesos en  superficie es el makbara musulman.
Tras  400 años de    cultura y religión islámica desde que los musulmanes edificaran el casco urbano de Zwara, en el año 1118  las tropas cristianas ocupan Zaragoza,  también por esas fechas ocupan Zwara. 
La construcción de la  ermita románica  de San Nicolás se realiza en la segunda mitad del  siglo XIII. Se podía haber construido sobre un solar en cualquier lugar del entorno de Azuara, pero  se eligió para su edificación  un espacio representativo de la cultura y religión musulmana,  respondiendo a la práctica de cristianización de parajes y lugares objeto de cultos religiosos  antiguos que era necesario erradicar y reconvertir. Hoy en un mismo lugar tenemos restos  celtíberos, musulmanes y cristianos. La   ermita románica de San Nicolás es el mejor ejemplo de arquitectura medieval de la Comarca, sus paredes  son de  ruda mamposteria (actualmente enlucidas) pero tiene  aristas  de buenos sillares que le dan  la fuerza suficiente al edificio para que haya aguantado perfectamente el paso de los siglos. La importancia de las pinturas de su interior es grande, se trata de uno de los conjuntos de pintura mural más destacados en la provincia y al sur del Ebro realizadas a principios del siglo XIV en estilo  francogótico. Tras sifrir un grave deterioro, a finales del siglo XV se vuelve a pintar encima de las primeras, esta vez dentro de la corriente naturalista flamenca  del último gótico quedando ocultas las primitivas pinturas.

La  ermita sufrió décadas de abandono, la puerta estuvo de par en par,  robaron unos lienzos  pintados sobre un  bastidor  tríptico de madera y  su interior estaba lleno de pequeños desprendimientos y tierra procedente del exterior. Tuvieron  que gobernar los socialistas en el ayuntamiento de Azuara,  para que en enero de  1984 se decidiera la restauración por unanimidad en el pleno del ayuntamiento. Pero se hizo una mala restauración, como afirmarían los jefes de patrimonio de la DGA,  según dijeron, una falta de coordinación entre los departamentos de cultura y vivienda fue la causa. Fue en  plena restauración de la ermita cuando   bajo el yeso apareció un pequeño detalle de  pintura mural,  la idea que llevaban era realizar un nuevo enlucido interior y acabar pronto con la restauración, de seguido me puse en contacto  con José Antonio Fleta que a su vez le comunico el hecho a nuestro  común amigo el arqueólogo J. Luis Ona Gonzalez y gracias a esta iniciativa se pudieron recuperar las pinturas. En la actualidad, tras 23 años de la restauración,  el interior de la nave de la ermita esta sin pintar, la  piedra que servía de altar y se rompió durante la restauración continua  en el suelo apoyada en la pared, la parte superior de la puerta   a falta del cristal  hoy ocupa su lugar una plancha de panel de madera, en la parte exterior el enlucido  de cemento de las paredes se cae a trozos y el estado de la parte trasera de la nave que da al río es deplorable.
Es una pena que el conjunto   de esta zona este degradado y  desatendido, por ejemplo las cuevas; el asfalto del camino que desnaturaliza el entorno; las paredes de los huertos de origen musulmán;  algunos  vecinos  lavan el coche  frente a la puerta de la ermita; los niños,  jóvenes y  algún propietario de los huertos vecinos dejan   pequeños restos  de basura.  Si realmente queremos a nuestro pueblo, es necesario que tomemos mayor conciencia de tener este rico patrimonio que  hemos heredado. Conservar en condiciones la ermita y todo su entorno, visitado  durante  muchos días del año, es  responsabilidad  los vecinos y ayuntamiento, pongamos cada uno la parte que nos corresponde.

Jose Román Roche Nebra

Fuentes consultadas:
“Los celtíberos” Etnias y estados. / Francisco Burillo
“Regadíos andalusíes en el valle medio del Ebro: el ejemplo del río Aguas Vivas”. / J.A. Sesma, C. Laliena y J.F. Utrilla
Boletin Municipal de Azuara nº 2 y 10
“Arte románico y gótico en la Comarca de Belchite”. / Pedro L. Hernando Sebastian.
“Las pinturas murales de la ermita de San Nicolás de Bari, Azuara”. / Mª del Carmen Lacarra Ducay

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