Ocupación visigoda y vida rural.
“El Imperio Romano de Occidente no solo cayó por la crisis política, militar y económica, sino que el cristianismo, con su intolerancia, generó una terrible crisis social, cultural y espiritual que agravó los demás problemas. A finales del siglo IV y V el cristianismo -antes perseguido- llega a convertirse en la religión predominante del imperio y la Iglesia se desarrolla como institución. Los cristianos no se conformaron con ser religión oficial y los obispos obligaron al emperador Arcadio a promulgar el Edicto de Milán del año 392, edicto mediante el cual se prohibían los antiguos cultos y se ordena la destrucción de los templos. Al convertirse en religión obligatoria el cristianismo desgajó a la sociedad, fracturando la cultura y tradición romana. Los obispos socavaron el poder del emperador, provenían de la nobleza romana, tenían enormes propiedades, cientos de sirvientes e incluso ejércitos privados y disfrutaban reprimiendo cruelmente a los seguidores de los antiguos cultos que habitaban en las áreas rurales, a quienes llamaban paganos (pagano significa “habitante del campo”). En Hispania, durante el siglo IV amplias zonas estaban sin cristianizar, las Actas de Saturnino, describen a la Península Ibérica como fundamentalmente pagana”. (M. Antonio Martín).
De la crisis general que padecía el Imperio Romano destaca la división del imperio entre Oriente y Occidente en el año 395. Pero el motivo que desencadenó la caída definitiva del Imperio Romano de Occidente fueron las invasiones de los pueblos bárbaros procedentes del norte de Europa. Hacia el año 500 los visigodos habían ocupado la mayor parte de la península ibérica. Según los cálculos más fiables eran una minoría, hablan de 100.000 a 200.000 visigodos, sobre una población total de entre cuatro a ocho millones de hispanorromanos.
Una vez destruido el Imperio, en el campo no se produce un cambio brusco, ni tampoco interrupción alguna de la actividad agrícola. Los propietarios de las villas siguieron siendo los hispanorromanos que no tuvieron que abandonar su trabajo. No se modificó el sistema romano, tan sólo el beneficiario. Para los dominados hispanorromanos todo seguía siendo igual. Posteriormente se estableció un reparto de tierras entre visigodos y los grandes propietarios romanos. Los visigodos se otorgan más de dos tercios de las tierras, mientras que los romanos se quedarán con el otro tercio restante.
La explotación de la tierra estaba organizada en torno a grandes villas. La manera de explotar económicamente el feudo en los siglos de la alta edad media consistía en repartir la tierra en dos porciones: la “reserva” señorial y los “mansos”. La reserva era la parte del feudo explotada por el propio señor. Los productos que se obtenían de su cultivo se entregaban al señor en su totalidad. Los mansos eran porciones de tierra que el señor concedía a los campesinos a cambio del pago de unas rentas. Estas rentas podían ser dinero, productos y, sobre todo, servicios personales, como trabajar determinado tiempo las tierras del señor gratuitamente. En torno a las villas romanas, se crean núcleos de población.
La villa romana de Azuara construida a finales del siglo I, ampliada con grandes reformas el año 350, seria abandonada 100 años más tarde coincidiendo con la ocupación visigoda del valle del Ebro, año 472. Tras el abandono no volvió a ser ocupada y lo más probable es que se convirtiera en cantera de aprovisionamiento de material constructivo. Según los expertos la villa de “La Malena” era de uso residencial y de practica de cultos. La pregunta es: si La Malena no se dedicaba la explotación agraria ¿quien lo hacia?, pues otra villa. Otra villa que explotara las ricas tierras, y rodeada de asentamientos mas modestos de cabañas para los trabajadores agrícolas.
El término villa empieza a desaparecer de los textos del reino visigodo en el siglo V, siendo substituido por villula, que define la reducción del tamaño e importancia reflejando un declive de este proyecto social y económico. La aldea coexiste con la villa en la España visigoda. Villa o villulae, son centros agrarios de explotación en los que esta presente cierta población campesina con lo que lleva consigo de edificaciones de todo tipo, incluyendo los almacenes en donde guardar las provisiones, y por supuesto, los hombres y mujeres que viven allí.
La unidad económica de una familia campesina es el “mansus”. En él hallamos los tres elementos tradicionales de toda pequeña propiedad rural, que permanecen inalterados durante largo tiempo: la casa con sus dependencias, el huerto y las tierras de labor, a veces esparcidas en pequeñas parcelas de cultivo, dentro del territorio de la aldea. La extensión del mansus es la cantidad de tierra que necesita una familia para vivir, que en el caso de ser cerealista equivale a 12 hectáreas y la renta anual que se pagaba al señor era un 10% del producto. En la actualidad pervive la denominación latina de “mansus” pero con el nombre de “mas” o “masía”, nombre que reciben en Cataluña, Castellón y Aragón explotaciones agrarias de tipo tradicional.
El tamaño mayor de asentamiento humano en el medio rural era la aldea con alrededor de un centenar de individuos en una docena de casas o familias y eventualmente cierto número de trabajadores agregados a las mismas.
Los visigodos carecían de tradiciones municipales y cuando se acomodaron en el territorio respetaron la organización hispanorromana que se había forjado durante 500 años. Las humildes familias de campesinos y soldados visigodos abandonaron su idioma, sus costumbres y su indumentaria, adoptando las de los habitantes de Hispania.
En cuanto a la población visigoda a principios del siglo VII, no hay duda que la estabilidad proporcionada por el reino visigodo de Toledo incrementase la población de los visigodos. Pero no hemos de olvidar la pérdida de vidas por enfermedades producidas por hambre debido a malas cosechas, pestes, y epidemias que acabaron con innumerables personas, tanto de origen visigodo como hispanorromano. Se puede considerar que el pueblo visigodo representó el 2% sobre la totalidad de la población de Hispania. Un ejemplo: supongamos que en el territorio de Azuara existiera una aldea de 150 habitantes, la población visigoda estaría representada por no mas de tres personas, pero la aplicación de ese porcentaje que sirve de media a nivel general, no debe aplicarse al territorio de Azuara por varias razones: los visigodos principalmente ocuparon las tierras más productivas y Azuara era un lugar apropiado, también la cercanía a Zaragoza pudo favorecer un mayor asentamiento de población visigoda. Sabemos que Zaragoza vivió momentos de esplendor bajo el dominio visigodo como atestigua la actividad comercial que conservaba y los concilios que allí se celebraron. En el pueblo vecino de Codo existe una necrópolis visigoda y en “el Pueyo” de Belchite también hay restos de ocupación.
No sabemos cuándo y por quienes fue poblado el lugar que ocupa actualmente el casco urbano de Azuara, porque hay que distinguir entre el origen del nombre y el origen del pueblo. El núcleo inicial del casco urbano actual, muy bien situado geográficamente, pudo ser elegido y edificado antes de la llegada de los árabes.
Jose Román Roche Nebra
Bibliografía:
El mundo perdido de los Visigodos.-Gabriel García Voltá
Estudios visigodos.-Claudio Sánchez Albornoz.
Historia del Reino Visigodo Español.-José Orlandis.
Granjas y aldeas altomedievales de la Meseta (450-850).-Alfonso Vigil - Escalera Girado
El hábitat rural disperso en la Peninsula Iberica.-Luis A. Garcia MorenoProblemas de terminología rural en época visigoda.-Amancio Isla Frez
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