lunes, 20 de octubre de 2008

EN RECUERDO DE CLEMENTE SEBASTIAN

En abril de 1998, Clemente Sebastián me contó como era el oficio de barbero y como aprendió a cortar el pelo y a afeitar. El resumen de la charla con Clemente lo publique en el Cuaderno Informativo de Azuara “EL PIQUETE” y ahora lo expongo aquí.

En Azuara de principios del siglo XX el oficio de peluquero como otros oficios locales era de transmisión familiar. A Clemente Sebastián le enseño el oficio su tío Casimiro Alcalá y a los 7 años ya remojaba las barbas de los azuarinos. En 1920 existían en Azuara 6 peluquerías para una población de 2.860 habitantes. En esos años se cobraba por cortar el pelo 25 céntimos de peseta, lo mismo que un buen afeitado.

La peluquería era un pequeño local con un par de bancos y algunas sillas donde esperaban sentados los clientes y tertulianos. Para realizar el trabajo el peluquero disponía de dos sillones especiales, en uno se sentaba un cliente que esperaba su turno con la barba a remojo mientras en el otro sillón el peluquero afeitaba o cortaba el pelo a otro cliente. También había unos espejos grandes, unos estantes que servían de soporte para guardar las navajas, brochas, maquinillas de cortar el pelo, peines y el resto de de herramientas y útiles de trabajo.

Clemente me contó que fueron malos tiempos para la economía y la vida de los azuarinos. La mayoría se afeitaba cada 15 días pagando 10 pesetas al año de cuota, otros se afeitaban una vez por semana y pagaban 15 pesetas. Como estaba la economía que para después del afeitado se usaba una colonia de desinfección que además de estar rebajada con agua resultaba cara y muy pocos solicitaban su uso.
Había azuarinos que pasaban toda la semana en el monte y el sábado pasaban por la barbería a afeitarse. Ese día el trabajo del barbero se prolongaba hasta las dos de la madrugada y cuando alguien caía enfermo el servicio era a domicilio.
En corte de pelo había quienes solicitaban el “corte a raya” y se hacia un pequeño tupé que era llamado “arriba España” pero la mayoría se cortaba el pelo bien raso para que durara más.

En las peluquerías, los azuarinos leían el periódico y encontraban un lugar para la tertulia, aunque según Clemente en aquellos tiempos (se refería ya a la posguerra) solamente se hablaba de agricultura.

Y finalmente una anécdota: el barbero ponía a remojar la barba del cliente en una pequeña bandeja llamada bacinilla, Clemente recuerda lo ocurrido con del Tío Rajador -personaje famoso en Azuara por sus bromas- que en una ocasión mientras iba a afeitarle Casimiro Alcalá llego a beberse en la bacinilla el contenido de tres pucheros de agua, pues así como él bebía Casimiro le iba echando más.

José Román Roche Nebra
20 de enero de 2008

No hay comentarios: