"Si quieres cambiar el mundo, empieza por cambiar tu mismo"
Mahatma Gandhi.
¡Que gran sabiduría y verdad encierra este pensamiento!. Solo desde nuestra pequeñez, desde el diminuto aporte de cada persona, es posible que algo cambie realmente en el mundo humano. No podemos responsabilizarnos de las vidas de otros, solo de la nuestra. Aplicando este pensamiento a la gestión del territorio, podría decirse: si quieres que la forma de gestionar el territorio cambie, empieza por el tuyo. Por pequeño que sea el espacio que uno habite, la tierra que uno cultive, etc. tiene uno siempre plena responsabilidad en la forma de gestionar ese espacio y en la relación que establezca con él. Seguro que si realiza prácticas que consigan el mutuo beneficio entre él y su entorno, tales prácticas serán imitadas por otros, se difundirán y generarán cambios de mayores dimensiones.
Es muy difícil que desde el punto de vista de la pura rentabilidad económica se pueda comprender nada de lo que propongo. Pero esto cambia si se aplica la idea de que para establecer las bases de un nuevo sistema productivo, aunque sea un sistema aplicado a un pequeño territorio en la ribera del Cámaras, es necesario un trabajo a bastante largo plazo. Durante ese trayecto se irán descubriendo y aplicando maneras de producir mejor en lugar de producir mas, una de las directrices de la filosofía del decrecimiento que defiendo.
No nos engañemos, las capacidades de desarrollo económico a corto y medio plazo de nuestra comarca son escasas, vivimos en una zona con un tejido industrial raquítico o inexistente, basado en explotaciones agropecuarias de baja rentabilidad en general. Paradójicamente, es en esta situación de precariedad donde se encuentra una de las claves de nuestro desarrollo a mas largo plazo. ¿Por qué? La escasa rentabilidad de lo agropecuario no intensivo, ha dado lugar a que la naturaleza esté recolonizando espacios, ganando terreno, regenerándose sobre todo donde mas posibilidades tiene para hacerlo: a orillas del río Cámaras. La densidad de población en el valle del río Cámaras es de tan solo 4 habitantes por kilómetro cuadrado, la mas baja de todas las zonas ribereñas del valle del Ebro. Hay por ello escasa presión de la actividad humana sobre el entorno. Eso supone algunas cosas muy positivas: bajos índices de contaminación, alta calidad ambiental, del agua, del aire, del suelo y del paisaje, aún a pesar de deficiencias puntuales que deben ser subsanadas.
Es éste patrimonio de riqueza biológica, de silencio y de salud ambiental, además de otros tesoros históricos y arqueológicos también ligados al río, el patrimonio que los humanos habitantes de la ribera del Cámaras hemos de proteger. Somos pocos: colaboremos bien entre nosotros para compensarlo. Somos pocos, y precisamente por ello hemos de permanecer muy atentos a lo nuestro, con los ojos bien abiertos, como el buho real cuyo canto preside las noches en el entorno de las Peñicas.
Clemente Calvo, 1 de abril de 2011.